La regla número uno para ser ético

La fiebre de nuestros días por tener un código de conducta es tal que dentro de poco no habrá nadie sin uno. Si se me permite la exageración, hasta el fabricante de las armas más inhumanas y con menos justificación defensiva imaginable tendrá el suyo propio enmarcado en sus salas de reuniones. Con tanta demanda, me imagino que los códigos incluso irán baratos en el mercado y serán cada vez más irresistibles para el comprador. No solo baratos; los escritores se irán superando con tanto trabajo de pulido y las obras serán más y más bonitas, casi dignas de un certamen de poesía.

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¿Nos quedamos solo con la letra o también con la esencia? (imagen de Wikihow, licencia Creative Commons)

Lo que seguirá siendo dudoso es si, aparte de bonitos y baratos, los códigos de conducta también serán buenos. Por aquello que nos dice el sentido común de que estas tres cosas, normalmente, no van juntas.

Hace algún tiempo, leí un artículo que me hizo reflexionar sobre este tema y que hoy me viene a la mente por una información sobre Triodos Bank que he visto por televisión. Era un texto titulado “Más conductas éticas que códigos utópicos”, en el que el directivo empresarial Javier Cantera defendía que “los códigos éticos son un proceso tranquilizador de las conciencias, muy bonitos y expresivos en su literalidad”. Pero que “las conductas éticas no necesitan de un código deontológico pactado y redactado mirando a la galería (…) Creo más en el directivo que asume la ética de la empresa desde su ética personal”, remataba.

Casi sobra decir lo mucho que coincido con esta visión tan sensata, pero quiero ir más allá. El pasado fin de semana me alegró ver cómo un informativo que siguen muchas personas, como es el del canal La Sexta, dedicaba una noticia al aumento de clientes de banca ética en los últimos años, destacando que Triodos Bank ha conseguido ofrecer todos los servicios de un banco habitual desde una perspectiva más humana. Al final de la pieza informativa, el economista Julio Rodríguez señalaba, sin embargo, la necesidad de “mostrar más controles externos” por parte de las entidades de banca ética.

La banca ética en La Sexta Noticias (15/05/2015)

Al margen del error que supone esta afirmación, ya que Triodos Bank debe atender los mismos controles que el resto de entidades bancarias (más aún, si cabe, dado que la presión regulatoria es la misma, pero el tamaño menor del banco hace que disponga de menos recursos humanos y económicos para cumplirla y, al mismo tiempo, sacar el negocio adelante), quisiera ahondar en la equivocación que supone fiarlo todo ya no a códigos de conducta, sino incluso a la regulación.

Es muy curioso. Los que no han incurrido, al menos por ahora, en errores tan significativos como los que nos han llevado a esta crisis, por ejemplo una especulación financiera sin freno, pero sí han contribuido a aliviar las complicaciones con origen ajeno, a través de las reglamentarias aportaciones de fondos para garantizar los depósitos del conjunto del sistema bancario, son perjudicados por esta situación. No solo toca dedicar más recursos para cumplir las formalidades adicionales de la nueva regulación establecidas a raíz de los malos comportamientos de otros, limitando los recursos propios para dar servicio, sino que se sigue dudando del que sí que ha sido prudente. Como hemos visto, se sigue poniendo en entredicho que se cumpla todo “igual de bien” que la banca convencional.

Códigos, normas y voluntad real

Desde mi experiencia bancaria como exdirectivo y mi situación actual, fuera de la gestión directa y ya solo como colaborador de la banca ética, tengo ganas de decir esto con toda la claridad. Claro que hay que cumplir con la regulación y que esta es importante. Vamos, incluso los códigos de conducta pueden llegar a serlo en algunos ámbitos, aunque haya bromeado con ellos. Pero se puede cumplir las mil y una regulaciones que han surgido y surgirán, entre otras cosas contratando a los mejores abogados, tener un código de conducta digno de un Nobel de Literatura… y no actuar con valores.

Estoy convencido de que la regla número uno para ser ético es algo mucho más simple. Requiere preguntarse a uno mismo: “¿Por qué hago lo que estoy haciendo?”. Una pregunta que, en el caso de una organización, corresponde a sus fundadores, directivos y empleados. Y luego toca responder. Hacerlo con actos, actuando siempre en conciencia respecto a nuestras ideas esenciales como personas que queremos hacer bien y no mal. Somos éticos si estamos haciendo las cosas con un propósito humano, no el de maximizar el beneficio.

Si actuamos así, no solo seremos mejores personas y más felices. Estoy seguro de que, a la larga, también tendremos unos mejores resultados, porque los demás se darán cuenta de que trabajamos por un fin digno, aportando valor real.

Dejo aquí una paradoja final para la reflexión o el debate: ¿Puede ser que si vamos solo a por las cifras puras del beneficio podamos contratar mejores abogados y escritores para salir mucho mejor en la foto de hoy? Yo creo que en la de hoy es posible. En la de mañana, no.

4 comentarios a “La regla número uno para ser ético”

  1. javier

    Estoy totalmente de acuerdo con Joan. Hay que actuar desde la ética personal primero, buscando hacer el bien y hacerlo bien, que no está reñido con los resultados. Más bien al contrario, muchos estudios de organizaciones de prestigio señalan que las empresas que actúan con valores tienen unos resultados mejores y más estables en el medio y largo plazo. Con lo cual ser ético, además de a la sociedad, también favorece los resultados sostenibles de la empresa

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    • Lupo

      Los directivos de las grandes empresas de este país no están preocupados por el medio-largo plazo. Solo por los incentivos que reciben a fin de año si han recortado gastos. No es su negocio y solo están de paso. Luego, cuando las cosas vayan mal,… a otra cosa mariposa.

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  2. Jose

    Bueno, pienso que la mayoría de los empresarios saben que la rentabilidad a largo plazo es la que importa, lógico si es a lo que piensas dedicarte en el futuro, y una rentabilidad alta si es a costa de un trabajo mal realizado (aparte de condicionantes éticos) el tener cliente poco satisfecho no va a ser ninguna opción de futuro para esa empresa. ¿Pero alguien duda a estas alturas que la gran mayoría de los empresarios no lo tenemos claro? Por otro lado no sé como puede pretenderse que todas las obras se adjudiquen al precio más barato (como se hace casi siempre) y al mismo tiempo exigir que esas mismas empresas tengan que tener gente muy bien pagada, sin exigir rendimientos altos y todos sus empleados fijos. Igualmente la ética se tiene que aplicar al trabajador para con la empresa con la misma intensidad que a la inversa, aunque nunca se ve igual empeño en un sentido que en otro por la tendencia sistemática que hay en España de criticar a las empresas, a diferencia de los paises avanzados en donde lejos de discursos maniqueistas se intentan resolver los problemas estructurales_los del sentido común_sin buscar siempre los mismos chivos expiatorios, fáciles de aplicar, y atractivo de creerse, al darse las circunstancias de que los autónomos somos minoría en España frente a los contratados. Recordemos que en España el 80% de las empresas no llegan a los 5 años, la selección es brutal para el que no haga las cosas como deben hacerse_bien y a precio competitivo_, y que muchos que sueñan y hablan de mejorar el sistema (entre los que mencionaría muchos sindicatos, profesores universitarios, políticos populistas etc) no veo yo que tengan el arrojo suficiente de crear una empresa contratando gente fija desde el primer día con buenos sueldos y practicar en suma con sus empleados todos los condicionantes que tan fácilmente comentan para otros (que cuando más generosa sea la empresa con los empleados la empresa es más rentable, por ejemplo). Respecto de la constante crítica a que los empresarios solo piensan en el beneficio, yo recapacitaría que casi el 100% de los empresarios que conozco firmarían para los próximos 20 años con cubrir el gasto general más un 3% de beneficio, al que ya es un milagro si se consigue llegar en los tiempos que corren, con lo que no cabría lugar a muchos planteamientos filosóficos si ya casi cubrir gastos es un logro.
    Creo más importante para la reflexión el ligar el salario al esfuerzo, y evitar todos los maniqueísmos implícitos de la lucha de clases.
    Por otro lado, y también para la reflexión, la mayoría de los rescates bancarios fueron a las Cajas de Ahorro, con cargos públicos en sus Consejos de Administración (planteamientos similares podrían hacerse a organismos y empresas públicas, cuyos altos costes en muchas ocasiones también pagamos), a diferencia de los bancos privados que estuvieron mucho mejor gestionados.

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  3. vicente

    José,si piensas todo esto de las empresas será por tus experiencias,yo tengo 60 años y siempre pensé por mis experiencias que siempre,siempre siempre se piensa a corto plazo y además sin reflexionar que mundo dejaremos a nuestros hijos y nietos y para ejemplo: burbuja,corrupcion y fraudes legalizados.
    Por eso estoy con Joan a los valores ni un “pero”,pero pensando en toda la sociedad,no solo en mis hijos.

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