Por: Joan Antoni Melé | 27 de diciembre de 2012

Pensamientos de Navidad

¡Es Navidad! Ya hace días que lo estaba esperando, sabía que estaba al llegar, y no porque estuviera nevando y sonaran villancicos por la radio, que era como me enteraba en el pasado, sino porque en la televisión nos han estado acribillando con anuncios de perfumes a todas horas. Es bien curiosa esta relación entre perfumes y Navidad, y no es de ahora, sino que ya llevamos muchos años así. He de confesar que nunca consigo entender lo que dicen, solo sé que acaban con un París o un New York; muchas veces he intentado entender el interior de las personas que pueden sentirse atraídas por este tipo de anuncios, pero he de reconocer que excede mis capacidades.

Pero no solo es una cuestión de perfumes, sino que toda la Navidad se ha convertido en un motivo de consumo desenfrenado. Y me pregunto ¿a qué es debido este cambio tan radical? ¿Cómo hemos pasado de una fiesta de carácter religioso a una bacanal del consumo? Es evidente que en pocas décadas se ha producido una desacralización de la vida, una pérdida de las tradiciones religiosas, y supongo que esto forma parte de un camino de evolución hacia la libertad del ser humano; lo antiguo ya no nos sirve y la fe no se puede heredar, porque necesitamos encontrar nuestro propio camino y porque queremos filtrarlo todo por el tamiz de la razón. Pero el ideal de la bondad ha dejado paso al de la inteligencia, y eso ha degenerado en ambición, en codicia y en ansias de poder.

No podemos afirmar que estemos mejor que antes ni que en este momento seamos muy libres, porque el vacío interior y su consecuencia inmediata, el miedo, se han apoderado de nosotros. No puede ser otra cosa sino miedo lo que nos lleve a pensar solo en nosotros mismos y a no tener en cuenta las necesidades de los demás, y no puede ser otra cosa sino vacío interior lo que nos ha llevado al consumismo de la sociedad actual. Vacíos de espiritualidad y, por tanto, de sentido, nuestro subconsciente nos lleva a buscar un sucedáneo en el consumo material. Y la tragedia es que al final esto tampoco servirá para saciar nuestra necesidad interior y más bien sucederá todo lo contrario, con el consumo aumentará el malestar y la necesidad de consumir más.

Me gustaría compartir algunas reflexiones que me ocupan cada año cuando llegan estas fechas, reflexiones que yo denomino como pensamientos de Navidad. Reconozco que surgen de los fundamentos cristianos en los que mis padres me educaron. Pero aún así, creo que son válidos para cualquier persona libre de prejuicios que los quiera leer, ya que más allá de los dogmas y de las iglesias, lo que subyace es la comprensión y el amor a todos los seres humanos. Por eso, cuando hablo o escribo procuro hacerlo con respeto para que todo el mundo se sienta invitado a la reflexión.

Probablemente, hoy en día mucha gente no sabe que, en los primeros siglos de nuestra era, la Navidad no se celebraba el día 25 de diciembre sino el 6 de enero. Este día, además de la festividad de los Reyes Magos, es también la fiesta de la Epifanía, el día del Bautismo en el río Jordán en el que, según la tradición, se abrió el cielo y el Espíritu descendió sobre Jesús y se oyó una voz desde el Cielo que dijo “éste es mi hijo amado, hoy ha sido engendrado”. Y a partir de ahí comienzan tres años de enseñanzas y de milagros, tres años de mostrar a todos los seres humanos cuál es el camino hacia la libertad y el amor.

Vamos a suponer, para que todo el mundo pueda aceptarlo, que este relato sea solo una leyenda, una narración simbólica al igual como lo pueden ser las grandes epopeyas o los cuentos de hadas. Aún así, es un relato que contiene imágenes de una claridad y una fuerza que pueden ayudarnos a afrontar el vacío en el que se encuentra el ser humano de nuestra época. De hecho, los relatos de la Navidad han cautivado a millones de personas de todas las épocas, tanto a los sabios como a los sencillos, tanto a los reyes como a los pastores. Algo debían contener las imágenes de estos relatos para que encontraran tanto eco en los corazones de los seres humanos.

Esta es una de esas imágenes del relato que puede servirnos de referencia: en la noche más oscura y fría del año, surge una Luz que guía a los sabios Reyes en su camino desde Oriente, y da calidez a los corazones de los sencillos pastores que acampan con sus rebaños en la fría noche de invierno. Para mí este es el mensaje de esperanza para toda la humanidad: por muy oscuros y fríos que sean los tiempos que nos han tocado vivir, en el interior de cada ser humano reside la Luz que nos puede orientar en nuestro camino, y que nos puede reconfortar en los momentos de soledad. Esta luz interior es la que puede transformar nuestro ego en un verdadero Yo, libre de miedos y de codicias, señor de sus instintos y pasiones, que no se siente completo si no cuenta con los otros seres humanos, porque sabe que todos juntos formamos una comunidad, un organismo global.

Este es para mí el significado actual de la Navidad, la posibilidad del nacimiento de un nuevo ser en el interior de cada uno de nosotros, un ser bondadoso en el que la inteligencia descienda de la cabeza al corazón para que pueda acoger y solucionar los problemas del mundo. La Paz en el mundo no vendrá de la mano de la inteligencia, sino que requerirá que existan suficientes personas que se interesen por los demás más allá de su religión, raza o nacionalidad. Lo más importante no es nuestra inteligencia o cualquier otra de nuestras capacidades, sino decidir al servicio de quién queremos ponerlas. La inteligencia nos viene dada, pero la bondad es nuestra opción de vida, forma parte de nuestra libertad.

Esta es mi experiencia de la Navidad, y es lo que hoy quería compartir con todos vosotros.

6 comentarios a “Pensamientos de Navidad”

  • Carlos dice:

    Precioso, me he emocionado mucho.

    Bon any Joan!!

    8

  • Daniel dice:

    Hola Joan,

    Muchas gracias Joan tu interpretación de la navidad es fabulosa. Lo que si queria matizar lo siguiente como bien dices se ha producido ” una desacralización de la vida, una pérdida de las tradiciones religiosas”. ¿ Tu crees que haces 10 años, 500 o 1000 años las personas practicaban esos valores y la sociedad de esos periodos era más justa? La historia nos desmuestra que no y esos valores fueron adulterados a favor de la explotación y de la miseria y a favor de las injusticas de toda índole. Por eso yo no creo que se hayan perdido es que por desgracia jamás se han puesto en marcha. Como tu bien dices desde hace muy poquito el hombre ha adquirido una libertad pero el hombre aún tiene miedo y otra vez ha vuelto a engancharse a otra doctrina ( en este caso a este sistema le ha vuelto comido el coco). Los valores de bondad, éticos empatía, libertad de acción respeto, escucha son valores esperituales no pertenecientes a nueva religión, a ningún grupo ( Esos son los valores espirituales humanos). Como dice Mayor Zaragoza el hombre tiene que pasar de ser subdíto a ser ciudadano. Un abrazo y gracias por todo Joan. Daniel Pd: Si tienes la ocasión lee este libro lo lei en francés y ahora a salir en Español es colosal: http://libros.fnac.es/a849970/Luc-Ferry-Sobre-el-amor

  • Damián García (Málaga) dice:

    Estimado señor Melé:

    Muchas gracias por compartir con nosotros sus pensamientos que, sin duda, coinciden plenamente con mi filosofía de vida y mi familia.
    Tanto mi esposa como yo somos educadores y no sabe el bien que nos puede hacer y las puertas y ventanas que nos abre en el mundo de la educación.
    Somos de Málaga y el próximo miércoles haremos lo imposible por estar en su conferencia y poder saludarle pèrsonalmente.

    Gracias nuevamente, un saludo y hasta el miércoles D.M.

    Damián García y Pilar Monserrate.

  • Pedro dice:

    Apertura al cambio ( empezando por uno mismo) , amor a la Libertad (sin ella no podriamos amar) y razón (para no caer en el fundamentalismo ) son elementos esenciales, en mi opinión, para un creyente católico.
    En este post, en medio de una propuesta ética con la que me identifico, hay unas duras descalificaciones hacia los que procuramos mantener viva y activa nuestra fe. Tal vez sin pretenderlo, pero ahí están.
    Un saludo
    Pedro

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