Por Manuel González de Molina, Universidad Pablo de Olavide
El pasado 5 de septiembre el diario El País publicaba un artículo titulado “Si come orgánico, no crea que es más sano” , en el que se hacía eco de un metaanálisis realizado por investigadores de la Universidad de Stanford sobre dos centenares de trabajos publicados sobre alimentos ecológicos y convencionales. Las conclusiones, pese a reconocer la debilidad de la mayoría de los estudios revisados, son contundentes: no hay ventajas significativas para la salud en la alimentación ecológica respecto a la convencional. Los alimentos ecológicos tienen una menor concentración de pesticidas, aunque los convencionales, al no rebasar los límites permitidos, son igualmente “saludables”. [...]
La alimentación convencional no puede calificarse de saludable, a menos que consideremos como tal la ingesta de pesticidas y otras sustancias químicas . Sus efectos, aún en cantidades inferiores a los LMR (límite máximo de residuos), han sido relacionados directamente con el cáncer y otras enfermedades degenerativas y muchas de esas sustancias prohibidas por la UE. Véanse por ejemplo los estudios de Nicolás Olea, investigador de la Universidad de Granada. La incertidumbre sobre los efectos en la salud de la ingesta combinadas de varias de estas sustancias , presentes en los pesticidas y en los aditivos alimentarios, impide afirmar que las dosis autorizadas garanticen su inocuidad.
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