Cada día nos llegan noticias de guerras y conflictos en todo el mundo, y observamos, atónitos, como en todas partes miles de personas mueren, son mutiladas o sufren. Los conflictos y el sufrimiento se han globalizado, y creo que no exagero si afirmo que ya estamos en la antesala de una “guerra de todos contra todos”, no en el aspecto armado, pero sí en el de la confrontación.
Confrontación en cualquier ámbito de la vida, religioso, político, deportivo… la tendencia es el conflicto con el otro, y, ante la incapacidad de encontrar soluciones, la ruptura. Estamos convencidos de que la culpa siempre es del otro o de los otros, y que marcando distancia o huyendo solventaremos el problema. Y no nos damos cuenta de que hagamos lo que hagamos, vayamos donde vayamos, no nos desprenderemos del problema, porque el problema también somos nosotros.