Por: Joan Antoni Melé | 26 de noviembre de 2013

El hombre que no quería ganar más dinero

Últimamente, si algo ha inflamado el ánimo de muchas personas es la elevada remuneración de algunos directivos del sector bancario, enriquecida con bonus por objetivos. He hablado antes de estos incentivos, de lo innecesarios y hasta contraproducentes que me parecen y de porqué Triodos Bank decidió descartarlos. También me ha tocado ver, hace años, como algunos compañeros del sector tomaban demasiadas decisiones al calor de una prima personal, no por pensar que fuesen acertadas o seguras para sus entidades.

Pero igual que mucha gente está en contra de este tipo de premios económicos, otros son sus fervientes defensores. Para todos, me parece interesante la historia que leí hace unos días en un periódico sobre el hombre que no quería ganar más dinero.

Cuando tener dinero es un problema

Sin duda, cuando hablamos de esta persona, este escritor, no lo estamos haciendo precisamente de alguien que se caracterizase por ser poco trabajador o que no desempeñase su labor con gran calidad.

Josep Pla

Josep Pla a los 20 años

Gustos literarios y políticos aparte, Josep Pla ha sido reconocido como uno de los mejores escritores contemporáneos en lengua catalana. Sin embargo, la posibilidad de ganarse muy bien la vida no era lo que le motivaba para escribir bien. Al menos, es lo que se deduce de esta anécdota.

Pla recibió una suculenta oferta económica para colaborar con la prestigiosa revista estadounidense Saturday Evening Post. Cuentan que era una de esas que se suelen llamar “irrechazables”, aunque personalmente quiero pensar que, en esta vida, siempre nos queda la opción de decir “no”. El escritor declinó la proposición, pero lo mejor de todo fue la razón con la que formuló su respuesta: con tanto dinero, solo conseguiría que se me descuadrase el presupuesto.

Se puede decir que era afortunado por poder renunciar a un trabajo, pero sobre todo suena bastante pintoresco que no desease más dinero. ¿Un caso único?

No creo que deba serlo. Por muy buen escritor que fuese, al fin y al cabo Pla no era de otro planeta. Más bien pienso que, si no dejamos de lado la naturaleza humana como se hace tantas veces, nos encontramos con que para las personas hay muchas otras cosas de valor en nuestra vida aparte del dinero. Algo que también demuestran los miles de clientes de Triodos Bank que donan intereses de sus cuentas a ONG, como informaba hace unos días el banco. Es solo un ejemplo más de que el dinero no lo es todo, pero me hace sentir especialmente bien.

Es obvio que una suma mínima de dinero resulta indispensable para vivir, no seré tan ingenuo como para negarlo; de hecho resulta insostenible e intolerable que tantas personas no lleguen a esa suma, en nuestro país y, sobre todo, en el conjunto del mundo. Además, es deseable que los salarios sean decentes, porque me parece más importante saber cómo se obtienen, haciendo qué.

Pero hoy también tengo ganas de decir, con toda franqueza, que no me pondría en el lugar de algunas personas vistas como extremadamente afortunadas, porque tienen mucho dinero. Y lo digo porque he conocido a muchas personas dominadas por el dinero, y me daba la sensación de que era este el que tenía a la persona y no al revés. Frente a ello, creo que el mejor antídoto es la donación, un acto de generosidad, el ejercicio de dar aquello que no necesitamos y que cambiaría la vida de muchas personas. No es algo nuevo, recordemos el diezmo que proponían algunas religiones, dar el 10% de lo que uno gana, o la vieja reclamación de destinar el 0,7% del PIB a la ayuda al desarrollo. Sí, ya lo sé, es un gran reto y es muy difícil, pero os invito a pensar en ello, porque si esta idea se contagiara, el mundo cambiaría en muy poco tiempo.

8 comentarios a “El hombre que no quería ganar más dinero”

  • Cristina Angulo dice:

    Me gusta!!

  • Manuel Adán dice:

    Ciertamente, cuesta mucho encajar que alguien no tenga interés en lucrarse siempre que se presente una oportunidad para ello. Algún tiempo atrás, comenté en una reunión de amigos la decisión de establecerme un “salario máximo interprofesional”, que además también sería el mínimo. Esto puedo hacerlo como empresario. Hubo quien lo entendió como simples bonitas palabras, otros como una excentricidad más, y alguno como una especie de autocastigo. Lo cierto es que fue una experiencia transformadora acontecida tiempo atrás la que reordenó mi lista de prioridades, comenzando a sentirme rico aún ganando lo mismo que hasta entonces. Por eso sé que mis amigos sólo podrán comprenderme toda vez que de alguna manera vean el mundo tal y como lo veo yo ahora, y que la codicia reinante colapsará sola y exclusivamente con la transformación personal de la mayoría.

  • María Bernad dice:

    Sencillamente es una cuestión de madurez. Cuando no somos conscientes de nuestros valores necesitamos el espejo de los cuentos. Ogros, brujas o dinero.

    La autoestima es el espacio perfecto para descubrir el equilibrio entre individuo y sociedad.

    Cuando conseguimos ese equilibrio, el dinero se convierte en lo que es: un papel desde el que un día nos contaron un cuento.

  • Francesc Marín dice:

    Probablemente el factor más importante a la hora de tomar una decisión así sea tu situación económica. Nacer en una familia pobre haría mucho más difícil rechazar ese dinero, lo cual creo no era el caso de Pla. Personalmente, y conociendo al personaje, diría que no deberíamos sacar esta historia del terreno de la anécdota, y así también le podríamos otorgar una buena dosis de excentricidad. Josep Pla era un gran excritor, nadie lo discute, pero no menos debemos recordar su afección al golpe militar de 1936 y a la posterior dictadura.

  • pepe dice:

    El ejemplo del diezmo (eclesiástico) me ha dado que pensar. Menos mal que en España fueron implantadas las amortizaciones eclesiásticas, aunque en pleno siglo XXI, “la Iglesia experimentó un boom inmobiliario muy particular, sobre todo, a partir del año 2003. Una reforma de la ley Hipotecaria en 1998 durante el Gobierno Aznar permitió a la Iglesia, y solo a la Iglesia, inscribir lugares de culto y otras propiedades que no estuvieran registradas” (http://politica.elpais.com/politica/2013/05/05/actualidad/1367768798_397124.html). Debemos tener cuidado a la hora de realizar una donación y esforzarnos en conocer quién, para qué y cómo se destina y ejecuta la aportación.

  • roman dice:

    El exceso de dinero siempre es malo. Cuantos hemos visto que usan ese exceso para tonterías como tener un cochazo, una casona,…y son atrapados por el ansia de mas y mas. Ghandi dijo aquello de que el queria vivir de una manera simple para que otras personas pudieran simplemente vivir. Y yo creo que por encima de un nivel de ingresos, no se vive mejor. La clave también es gastar menos, y si de alguna manera se pudiera socializar como favorecer tiendas de segunda mano, huertos compartidos, calefacción alternativa,…podríamos vivir con menos dinero, trabajar menos y habría más trabajo para todos.

  • Nanin dice:

    Maldito dinero, según en que manos esté surgirá algo diferente, es una semilla que da mucha variedad de productos, depende de en que manos esté. Deberíamos empezar a quitarle la importancia que quieren que tena.

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