“El problema de la economía es que sobra dinero”. Es el título de la entrevista para El Mundo que me realizó el periodista Carlos Fresneda y que apareció publicada ayer. Al releer lo que uno mismo ha dicho, uno duda. Sin querer, en ocasiones somos demasiado tajantes ante la grabadora. O, más allá de eso, todos somos humanos y estos días extraños digerimos con dificultad la tensión que pulula en el ambiente.
Pero al leer esta entrevista me ocurre lo contrario. Me reafirmo. Esta vez creo que no me he pasado. No debemos frustrarnos. ¿No hay dinero, como no deja de repetirse por tierra, mar y aire? Lo dudo. Entre todos, ciudadanos, empresas, administraciones, debemos rescatar un dinero que sigue fluyendo en grandes cantidades pero que no nos aporta valor… el de la especulación.
Hay gente que está dispuesta a arriesgar parte de sus ahorros a cambio de la posibilidad de ganar mucho dinero en poco tiempo sin hacer nada, pero probablemente no estarían dispuestos a dar un 10% de sus ahorros y de sus ganancias para proyectos que mejoren el mundo. Cuando digo que “el dinero tiene que morir”, me refiero a que deberíamos donarlo a los que lo necesitan; muere para el que lo dona, pero genera muchísima vida nueva para los que lo reciben. Con esta idea se acabarían los problemas del mundo en poco tiempo.
Comentaba en la misma entrevista en El Mundo que me cuesta entender cómo uno puede quejarse y no hacer nada cuando, si buscamos un poco, existen alternativas. No hablo solamente de banca ética. También pienso en cada uno de nuestros actos de consumo diarios. Como bien decía hace un tiempo en La Vanguardia la filósofa norteamericana Nancy Fraser: “con el low cost usted paga menos pero pronto le pagarán menos”. Pensémoslo.
Y actuemos con ánimo, porque nuestras decisiones cuentan. Pueden, paso a paso, sin demasiados aspavientos, ir cambiando las cosas. Es cierto, hay personas con más responsabilidad que otras en esta crisis. Pero lo que importa es que todos podemos hacer algo. Vayamos más allá de la crítica o del lamento. Es hora de comprometerse.
“Nuestras decisiones cuentan” “Pero lo que importa es que todos podemos hacer algo. Vayamos más allá de la crítica o del lamento. Es hora de comprometerse” J.M.
U.Beck cree que el capital será controlado y debe ser controlado por el consumidor. Es el consumidor con su poder de compra el que pone coto al capital y lo obliga a actuar de una manera responsable y útil para la sociedad.
«Una horrible consecuencia de nuestro modelo es que empresas irresponsables compiten en igualdad de condiciones con empresas éticas y comprometidas»
Christian Felber. Impulsor del movimiento por una economía del bien común
Pues comprometámonos. A nivel individual, cada uno sabe lo que puede hacer y hasta dónde puede llegar, que siempre será mucho, pero el alcance es limitado.
A nivel colectivo, como siempre sólo cabe ponerse de acuerdo para colaborar, formar grupos donde cada uno aporte un poco de esfuerzo que más tarde se materialice en algo mayor que la suma aritmética de esas aportaciones.
Ahora bien, ¿alguien tiene alguna idea?. Yo daré una que tuve hará un par de años; pensé que sería útil contar con algún directorio o sitio web donde conocer qué empresas aplican a su actividad criterios éticos, de esta forma lo tendríamos más fácil para comprar en ellas y no en otras que llevan a cabo prácticas menos respetuosas, promocionando con el voto que encierra cada euro el modelo de economía que queremos.
Dado que el principio fundamental en la economía ética reside en situar en primer lugar a las personas, registré una dirección, http://www.primerolaspersonas.com donde desde entonces simplemente se expone la idea como una semilla esperando las condiciones para germinar.
Si alguien más quiere, lo hacemos. Un abrazo.
Manuel esto es lo que pretende la EBC, con su etiquetaje de productos de empresas eticas.
En la breve entrevista que le realizaron el otro día en el programa Salvados, pronunció una frase muy interesante, algo así como que la sociedad clama que cambien los banqueros, que cambien los políticos, pero que el único cambio controlable es el que sale de uno mismo. Y es ahí, me temo, donde radica el problema. Nuestra sociedad ha sido contaminada por el low cost en todos sus ámbitos, comida, ropa, calzado, viajes,…y claro, una vez la gente ha alcanzado un “cierto” nivel de vida consumista, volver a la vida frugal parece impensable. Así que poco a poco tenemos que ir haciendo campaña y convencer a la gente que MÁS, no es MEJOR y que lo que compramos de forma impulsiva BARATO lo vamos a acabar pagando MUY CARO.
Sin duda el low cost tiene un precio. Lo malo es que cada vez son más las personas que no pueden permitirse algo mejor.
Sin embargo, el gran problema no es ése, tal como lo veo. Comparto plenamente el propósito de este blog, así como de las intervenciones públicas del Sr. Melé: despertar la conciencia de la gente. La magia está en todos y cada uno de los seres humanos. Hemos creado el mundo y sus problemas según nuestra (in)consciencia, y recogemos lo sembrado. En cuanto seamos más sembrando cosas buenas, el mundo cambiará de forma totalmente natural, y ni la crisis podrá resistirse a ello.
Pongamos todos nuestro granito de arena para crear el Nuevo Mundo que nos está esperando.
Estoy muy de acuerdo con la llamada a responsabilizarse de nuestras decisiones económicas, a tomar conciencia de sus consecuencias.
Sin embargo hay algo que no acabo de entender. En varias ocasiones le he oído clamar contra la especulación, en este mismo artículo dice: “Hay gente que está dispuesta a arriesgar parte de sus ahorros a cambio de la posibilidad de ganar mucho dinero en poco tiempo sin hacer nada”. Recuerdo otra ocasión, en una conferencia, en la que comentaba que un futuro es una apuesta sobre los precios de diversos productos que no aporta nada a la sociedad.
Eso no es así, esas apuestas si aportan a la sociedad, la gente que especula sí que hace algo, toma el riesgo de otra persona. Por ejemplo, para un agricultor una caída en los precios de su cosecha pueden suponer la ruina, afortunadamente puede vender un futuro para cubrir ese riesgo, el especulador al comprar el futuro toma ese riesgo.
En definitiva, lo que intento decir es que los mercados financieros no son un casino, al contrario son muy útiles para el buen funcionamiento de la economía y los especuladores no son sanguijuelas, son tomadores de riesgo como las compañías de seguros.
Todo esto viene a cuento de la animadversión que se está creando hacia cualquiera que esté relacionado con el sector financiero. Se les está criminalizando injustamente y se está dirigiendo contra ellos la rabia y la frustración de la gente que está sufriendo con la crisis. Y esto, además de peligroso, también es muy irresponsable.
P.D.: por supuesto no estoy defendiendo a estafadores que mediante el engaño, falsificación de documentos o malas artes han robado todo lo que han podido, pero el crimen es engañar, no vender productos financieros.
Hola wenomeno. Gracias por tu mensaje. Simplemente quisiera explicar que mi opinión sobre la situación económica y la especulación es conocida y está reflejada, entre otros, en este blog y en el libro “Dinero y conciencia ¿A quién sirve mi dinero?”. En todo caso, mi intención no ha sido nunca criminalizar a nadie. Al contrario, lo que pretendo es animar a dar pasos positivos para un uso más consciente y responsable del dinero a todos los niveles, algo que me parece imprescindible en la situación actual. Teóricamente el mercado libre tenía que asegurar el bienestar de las personas porque se autoregularía, y sin embargo la experiencia muestra que cada vez hay más desequilibrios y más gente pasando hambre. Sinceramente, creo que ha llegado el momento de pasar de un sistema especulativo en el que cada uno busca su beneficio personal, a un sistema de “apoyo mutuo” como diría Kropotkin, o de bien común, como propone Christian Felber. Si nuestra intención fuera verdaderamente que el mundo estuviera mejor, y dedicáramos toda nuestra inteligencia y medios a conseguirlo, estoy convencido de que los problemas mundiales se resolverían en poco tiempo.
Joan