Una de las grandes contradicciones con la que nos encontramos en nuestro tiempo es que una gran parte de la humanidad no tiene trabajo, o tiene un trabajo precario y totalmente insuficiente para cubrir sus necesidades, y otra gran parte de la humanidad tiene más trabajo del que puede soportar. Para ellos, este trabajo es de una naturaleza tan estresante y destructiva, que la mayoría de esas personas espera cada día con ansiedad a que finalice la jornada laboral para realizar alguna actividad deportiva o lúdica que le permita desahogarse y distraerse un poco, o sueña con que llegue el fin de semana o las vacaciones.
Quizás por eso, millones de personas en todo el mundo juegan diaria o semanalmente a diversas loterías o juegos de azar, con la esperanza de ganar suficientes millones como para no volver a trabajar nunca jamás. Incluso en algunos países así se anuncia por televisión, con unas imágenes seductoras de alguna isla paradisíaca en las que se ve al afortunado tumbado al sol tomando algún refresco al lado de una agradable compañía. Éste es el sueño, ésta es la seducción.
Si lo observamos detenidamente, nos daremos cuenta de que pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo, otro tercio o más trabajando, y el tercio que queda al resto de actividades. Curiosamente lo denominamos el tiempo libre. Pero ¿realmente es libre? ¿Cuánto tiempo dedicamos a desplazamientos en coche o en servicios públicos? ¿Cuánto tiempo dedicamos a las otras numerosas actividades de la vida, que tampoco nos proporcionan ningún placer o satisfacción? ¿Cuántas horas nos quedan realmente de tiempo libre? ¿De verdad es así? ¿Tan poco libres somos? ¿O es que quizás la libertad es otra cosa?
Ésta es solo una de las múltiples contradicciones que podemos observar en nuestro tiempo, a la que podríamos añadir la destrucción de la naturaleza en todos sus ámbitos: mares, ríos, atmósfera, suelo, desaparición de especies animales… O los múltiples conflictos armados, los millones de personas que huyen de sus países, el crecimiento exponencial de la drogadicción y del consumo de ansiolíticos y otro tipo de fármacos…
La pregunta que a uno le surge es: ¿qué se ha hecho de aquel ser humano que comenzó a aparecer en el Renacimiento, y que parecía no tener límites? ¿Qué se ha hecho de ese ser humano, del que todas las religiones decían que estaba hecho a imagen y semejanza de Dios? ¿Qué significado puede tener esa afirmación de que el ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios, o sea, que tiene una cualidad divina?
Por supuesto, cada uno puede tener sus ideas y hacer sus propias especulaciones, pero yo concretaría ese aspecto divino del ser humano, al menos en potencia, como capacidad, en tres cualidades esenciales: la libertad, el amor y la capacidad de crear. Y estas cualidades están directamente relacionadas entre sí; no hay verdadero amor sin libertad, y cuando se es libre y se ama (no me refiero solo al aspecto sentimental de esa palabra), entonces se pueden crear cosas nuevas en el mundo.
Cada uno de nosotros venimos al mundo con capacidades innatas, y, como no, con defectos o tendencias negativas innatas. La educación adquiere una importancia fundamental en la vida de las personas, porque con la ayuda de los padres y maestros o profesores, esas cualidades pueden ir desarrollándose en la infancia y en la juventud y convertirse en habilidades, y también se pueden corregir los defectos y ayudar a que la persona tenga menos problemas y complicaciones en la vida. Eso es lo fundamental en la infancia y en la juventud, preparar al joven para que pueda ser un ser libre y capaz de amar a los demás. Y cuando decimos libre no nos referimos a la libertad de satisfacer deseos o caprichos, sino a estar libre de miedos, de codicias, de ambiciones, etc. Y por capacidad de amar nos referimos a la capacidad de percibir al otro como una parte de uno mismo, a descubrirse como células de un mismo organismo común, la Tierra, aunque con conciencias individualizadas.
Luego viene la madurez, y el ser humano tiene que comenzar a trabajar. Ahí surge una nueva oportunidad de la vida para realizar el destino personal. Mediante el trabajo podemos desarrollar todas nuestras capacidades individuales, y gracias a ellas ayudar a satisfacer las necesidades de los demás. Uno de los grandes errores de la humanidad ha sido convertir el trabajo en un medio para obtener una cantidad de dinero, cuando debería ser la oportunidad para desarrollar el amor y la creatividad; el trabajo se ha convertido en una mercancía que se compra y vende en el mercado como cualquier otro producto, ha perdido su dignidad humana.
En el trabajo me puedo desarrollar como ser humano en todos los ámbitos. En el del pensar, porque tengo la oportunidad de aprender constantemente nuevas cosas y diversos aspectos de la verdad. En el del sentir, o de las emociones, porque debo compartir mis actividades con otras personas completamente diferentes de mí, y a través del verdadero interés por quiénes son en verdad, más allá de la apariencia y de las simpatías y antipatías, aprendo a desarrollar mi capacidad de comprensión y de amor. Y finalmente, al considerar el trabajo como un servicio a la humanidad, y al hacerlo desde la libertad, el amor y el entusiasmo, encuentro cada día nuevas inspiraciones para aportar soluciones a las necesidades y a los problemas que el mundo actual nos plantea.
Hemos reducido al ser humano a una dimensión puramente animal, mecanicista, y lo estamos pagando caro. Tenemos tanto miedo que nos conformamos con tener algo con lo que sobrevivir e ir tirando, y hemos renunciado a vivir como seres humanos, con todas nuestras capacidades potenciales. Esta es, en realidad, nuestra gran crisis.
Como decía al principio, el mundo actual nos muestra muchas contradicciones y muchos problemas graves, y la solución a todo ello no vendrá ni de la tecnología puntera ni de decisiones teóricas y abstractas tomadas por grandes genios en sus despachos. Las soluciones a los problemas del mundo no vendrán solo de la inteligencia, sino especialmente de la bondad, y bondad significa amor y compromiso, significa que pongo todas mis capacidades al servicio de la humanidad. Esto es lo que hoy necesitamos, y lo que deberíamos poner como modelo ideal de futuro a nuestros jóvenes.
Artículo publicado originalmente como colaboración en este blog.