La fiebre de nuestros días por tener un código de conducta es tal que dentro de poco no habrá nadie sin uno. Si se me permite la exageración, hasta el fabricante de las armas más inhumanas y con menos justificación defensiva imaginable tendrá el suyo propio enmarcado en sus salas de reuniones. Con tanta demanda, me imagino que los códigos incluso irán baratos en el mercado y serán cada vez más irresistibles para el comprador. No solo baratos; los escritores se irán superando con tanto trabajo de pulido y las obras serán más y más bonitas, casi dignas de un certamen de poesía.
¿Nos quedamos solo con la letra o también con la esencia? (imagen de Wikihow, licencia Creative Commons)
Lo que seguirá siendo dudoso es si, aparte de bonitos y baratos, los códigos de conducta también serán buenos. Por aquello que nos dice el sentido común de que estas tres cosas, normalmente, no van juntas.
Hace algún tiempo, leí un artículo que me hizo reflexionar sobre este tema y que hoy me viene a la mente por una información sobre Triodos Bank que he visto por televisión. Era un texto titulado “Más conductas éticas que códigos utópicos”, en el que el directivo empresarial Javier Cantera defendía que “los códigos éticos son un proceso tranquilizador de las conciencias, muy bonitos y expresivos en su literalidad”. Pero que “las conductas éticas no necesitan de un código deontológico pactado y redactado mirando a la galería (…) Creo más en el directivo que asume la ética de la empresa desde su ética personal”, remataba.
Casi sobra decir lo mucho que coincido con esta visión tan sensata, pero quiero ir más allá. El pasado fin de semana me alegró ver cómo un informativo que siguen muchas personas, como es el del canal La Sexta, dedicaba una noticia al aumento de clientes de banca ética en los últimos años, destacando que Triodos Bank ha conseguido ofrecer todos los servicios de un banco habitual desde una perspectiva más humana. Al final de la pieza informativa, el economista Julio Rodríguez señalaba, sin embargo, la necesidad de “mostrar más controles externos” por parte de las entidades de banca ética.