Orgullo y humildad de ser “banquero”

¿Para cuántos padres la mayor ilusión era que su hijo “se colocase” en un banco, donde haría carrera y sería alguien “de provecho”? No nos acordamos demasiado, pero hasta no hace tanto, las palabras banco y bancario no eran prácticamente sinónimos de algo oscuro y deshonroso, como ahora. Hemos pasado de blanco a negro y, por el camino, ciertamente, el sector financiero ha recibido una necesaria cura de humildad.

Sin embargo, quizás ya me hayan oído decir en alguna de las charlas en que participo que reivindico el orgullo de ser “banquero”. En estos apuntes me gustaría explicar qué es para mí ser un profesional de la banca y por qué en Triodos Bank, la entidad con valores en la que trabajo, no renegamos de ser un banco.

Un buen banquero es simplemente alguien que gestiona de forma responsable el dinero de los ahorradores, permitiendo con ello que actividades empresariales con valor para la sociedad puedan seguir adelante, y con una idea siempre en mente. Tenemos que ser cautos, porque como es lógico, y no siempre se ha tenido en cuenta, el dinero debe ser devuelto a quien lo ha confiado.

Por una ley de transparencia de la banca

Humildemente pienso también que desde Triodos Bank estamos contribuyendo a redefinir el trabajo de un profesional de la banca. Este no puede hacerse, como ha sido costumbre, desde la opacidad.

Los ahorradores tienen derecho a saber qué hacemos con su dinero y nosotros se lo decimos. E iría más allá. Como en tantos otros ámbitos, también necesitamos una ley de transparencia de la banca, que consagre un derecho asombrosamente olvidado y poco reivindicado como saber qué se hace con nuestros ahorros. Solo con conocimiento podemos elegir nuestra opción. Es decir, ser libres, y también responsables.

Aunque el interés de las personas por saber qué hacen los bancos aumenta, pienso que queda mucho por explicar y aprender sobre por qué la banca no tiene por qué ser una institución negativa, sino positiva para la sociedad. Detecto que a veces nos despistamos. Me sorprenden, por ejemplo, opiniones bienintencionadas sobre Triodos Bank como que somos banca ética o con valores porque no cobramos apenas comisiones, lo cual supone una deformación del concepto de ética; cobrar una comisión no es una falta de ética, hay servicios que deben de cobrarse, aunque en Triodos Bank casi nunca lo hacemos. O, a veces, otras personas piensan, esta vez erróneamente, que no cobramos intereses a las organizaciones a las que otorgamos crédito y no se dan cuenta de que nuestra misión sería inviable.

Un banco responsable dice la verdad

Considero que parte de nuestro trabajo como entidad de banca con valores es también hacer esta pedagogía sobre qué es un banco responsable o, en otras palabras, promover la educación financiera. Es importante que se sepa que un banco responsable, para poder activar la economía a través de la financiación y  garantizar los ahorros de sus clientes, es fundamental que se sostenga económicamente, que pueda hacer frente a los costes de estructura y remunere al equipo profesional que hace posible esta labor, para lo que son necesarios los intereses. De la misma manera que cualquier otra empresa necesita tener unos ingresos para remunerar a las personas que llevan a cabo su actividad.

Eso sí, todo debe hacerse siempre desde la claridad, explicando qué supone cada producto y el coste o el interés que tiene. Sin recurrir al engaño para conseguir, y luego defraudar, la confianza de los clientes.

El orgullo de un profesional de la banca no proviene de endosar productos extraños o hacer triquiñuelas. Está en actuar en el mundo para poner en relación a los que tienen un dinero que de momento no necesitan y con el que quieren obtener una rentabilidad razonable, con los que lo necesitan para impulsar proyectos o actividades que no buscan el puro beneficio económico, sino que principalmente generan valor social, cultural y medioambiental. Los profesionales del banco trabajan para tender puentes entre ambas realidades y, así, poder contribuir a que el dinero “ocioso” de ahorradores fluya hacia iniciativas beneficiosas para las personas y el planeta. ¿No es esto suficiente motivo de orgullo?